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domingo, 27 de julio de 2014

CRONICA DE VIAJE A TOKIO - LA BENDICIÓN

Roberto Fontanarrosa cuenta en su cuento "la observación de los pájaros" las peripecias de un hincha de Central que durante un clásico con Ñuls sale a caminar y adivina o trata de adivinar el resultado con apreciaciones que va recogiendo mientras camina por el barrio. En un punto el hombre cuenta que se puso las mismas medias que en el último clásico, la remera de una vieja victoria y unos calzoncillos que van invictos contra los leprosos, pero cuando se entera que Central va perdiendo uno a cero el tipo dice: " ya está, bueno, no los ayudo más"
Cuando Lanús gano el Torneo Argentino en el 2007 yo estuve más de un mes caminando por las paredes. Y después del partido contra Central, allá en Rosario, antes de cada fecha (en las cinco últimas) salía de tribunales y me iba, invariablemente, a Lujan, a ver a la virgen. Hice bendecir una camiseta de Lanús firmada por el plantel que me había ganado en una rifa, y compre cada vez que fui, uno o dos rosarios. Contra Boca en el último partido tenía un montón de rosarios repartidos entre el cuello, el auto, hijos y amigos, sin contar uno de vidrio que en el partido contra Gimnasia  se me rompió y se me cayeron todas las pelotitas y mi ex mujer cuando vio el desparramo de pelotitas de vidrio en la platea de la cancha me miro con una cara que no sabía sí matarme o internarme. Incluso en Luján una tarde de esas hasta perdí las llaves del auto de los nervios que tenía encima.
Luego, unos años después y con mis hijos, hicimos la bandera de la "caravana mágica" la cual fue usada en todos lados y en ocasión de cualquier cosa, como una marca familiar de nosotros tres y mis amigos . Pero recién fue llevada a Luján a fines del año pasado cuando estábamos en las semifinales de la Copa Sudamericana 2013, y con la bandera bendecida y visitas a la virgen antes de cada final contra el Ponte Preta, volvimos a salir campeones.
No fui a Luján en la Libertadores ni tampoco en la Recopa.
La bandera " de Piraña a Tokio" fue pensada para un partido nomás y hoy domingo a las nueve de la mañana la metí en una bolsa junto con la de la "caravana mágica", mates con azúcar y camioneta, Avenida Pavon, AU 25 de Mayo, Acceso Oeste y otra vez, Luján.
Compra de algunos Rosarios, bendición y agua bendita de las canillas de la iglesia de la virgen, como Dios manda.
No se sí esto ayuda o no a que el pelado Silva se afile en el área rival, a que el laucha Acosta tenga una marcha más en el pique de tres cuartos de cancha para adelante, o a que Melano se vuelva invisible para los defensores japoneses, pero es lo que está a mi alcance como granate y cristiano.
Y si el flaco no está ocupado el 6 de agosto en parar alguna guerra o algún desastre natural y nos puede dar una mano, bienvenida sea. Aunque capaz, digo yo, aunque esas catástrofes naturales ocurran igual ( terremotos, tsunamis y todo eso), capaz, reitero, y digo yo, nos podría tirar un centro o un cable.
Si pudo multiplicar el morfi y el vino en un casamiento, no parece tan difícil meter una pelota en el arco de los japoneses, dos o tres veces.
La cuestión es que la bandera ya está bendecida, ya fue salpicada en agua bendita y luego mojada, empapada, sumergida y hundida en el mismo divino elemento.
Debo reconocer igualmente que mi socio Emilio Chebel hace un tiempo me dijo con cara de turco asesino miembro de la intifada: " esa bandera si no está bendecida a Japón no va".
De paso la bandera de la "caravana mágica" que es de mi familia nuclear, y que of course también llevamos en el viaje, fue re-bendecida ( una especie de service o verificación técnica vehicular de la bendicion anterior)
Nuestro deber de granates venenosos y de cristianos y de cabuleros está cumplido.
Sí dios tiene un timbre, ya está tocado.
Y al que diga que las cábalas no se cuentan, como decía mi vieja, que se vaya a cagar.
La bendición fue recibida, mañana partimos y a la mierda todo.

Fuera de todo esto, siempre emociona ir a Luján, fui en todas las etapas de mi vida, y desde hace unos años que cada vez que voy término empapado en lágrimas.
Es llegar a un lugar común, como la vida, como la muerte, arrodillarse y ver esa imagen que no dice nada pero que como "hay un poder superior" uno no le aguanta la mirada, porque cada vez que voy me pasa como hoy que apenas empiezo a rezar me vienen a la mente fogonazos con momentos e imágenes con mi vida entera y las caras de mis seres queridos y las risas y los llantos y claro, me pongo a llorar.
 Y de repente se para de llorar, se retira uno de la iglesia y cuando sale a esa plaza grandota colmada de gente del común y del montón, un sol hermoso lo pega en la cara mostrando la luz, que es la vida.
Y saben además que siento yo ? Cada vez que salgo de ahí desde hace unos años, siento una paz inmensa y básicamente calma en el corazón.
Y que pase lo que pase, tengo la seguridad que va a estar todo bien.

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