Segunda salida fuera de Tokio, a la milenaria ciudad de Kioto, son 450 kilómetros a bordo del Shinkansen otra vez, que cubre el trayecto en algo más de dos horas. Íbamos a ir Carli y yo solos porque el Buda al que fueron todos ayer ( menos nosotros dos ) dejo huellas físicas en todos. Me desperté miro el Celu y le grito a mi hijo Carli nos quedamos dormidos apurate que son las nueve y media ! Me mira mira el iPod i me dice oime pa son las siete y media. Me confundí, en mi Celu tengo la hora de argentina que eran las 19: 30 y dormido no vi el 1, no me pude dormir, me levanté y me bañe. No me puedo dormir antes de la una o las dos de la mañana ningún día y ando juntando sueño para la vuelta.
Tiró un watsap al grupo que formamos para comunicarnos entre nosotros cuando funciona el watsap ( escasas veces, sólo en el hotel ) avisando que a las ocho y media salimos para Kioto Carlitos y yo, contestan con deseos de buen viaje y Carlos Cacace me dice Cecilia y yo vamos con ustedes. Cuando Carli se bañó bajamos cambiamos algo de plata en la máquina de cambiar dinero que hay en la planta baja y nos cruzamos con Gustavo Vallecorsa ( el otro ), que invariablemente anda con una o varias camisetas kelme del granate desde que llegamos a Dubai ( trajo cuatro o cinco y es su uniforme de viaje ) partimos a pie a la estación del tren, esquivando una marea humana de las nueve menos cuarto que va a trabajar.
El boleto de ida de TOKIO a Kioto es de 126 dólares ( 12600 yens) Carli dice mira que hay uno que vale 50 dólares. Si, pero para en todas y son 450 kms. Carlos Cacace dice Carlitos mira hay un dicho que dice "el que viaja no convierte" disfruta y listo. Yo disfruto dice mi hijo pero este boleto vale 1500 pesos y yo hago lanus - Quilmes en el Roca por $ 3, y a constitución por $ 1,10
9:30 hs partimos. Pasámos por la fabrica de Panasonic y por la de Yamaha, desde la cual debe haber salido nuestro Raptor 250 con el que damos vueltas por Pinamar.
Casi todo el viaje, a ambos lados se ve, donde no hay montañas y pequeños sembradíos de arroz, un mar de casas y edificios y fábricas y carteles y chimeneas, por todo el camino. La primer parada importante de cambio de gente fue Nagoya, y de ahí no paró hasta Kioto, el paisaje a partir de Nagoya ( pasada la mitad del camino casi ) trocó a mas rural y montañoso ( son sierras apenas en realidad, o morros) y los sembradíos son sólo de arroz o te. Me pongo a hablar con mi compañera de asiento en inglés, una japonesa que es profesora de chicos sordos, me comenta que tiene tres hijos y que enseña en una ciudad en una escuela pasando Kioto. Le cuento de Carli y de Caro, le dije que íbamos a Kioto y me pregunta que templo íbamos a visitar le dije que no sabíamos y decidiríamos al llegar, me pregunta si soy escritor porque me vio escribir y le cuento de mi cuaderno de bitácora y que al final del día lo subo al blog y le cuento del blog.
El tren sigue yendo a las chapas, llovía, pero ya no, y sólo unas nubes cortan el cielo azul, apenas.
A las 11: 56 llegamos a Kioto, la ciudad milenaria, y desde el centro de la estación, que adivinamos inmensa y que veremos a la vuelta, con cientos de templos, capital del imperio japonés y capital cultural y religiosa de Japón
Estuvimos en información turística de la estación y decidimos ir al principal templo, el Kiyomizu y al Chion In, luego al Golden Temple y después al Bambú Forest.
Sacamos un pase de bus por un día, al bus se sube por el medio y se baja por adelante, de la parada eran 700 metros en subida hasta la entrada imponente del templo Kiyomizu , inmenso con varias edificaciones y templetes, y un templo principal inmenso y que está en todas las fotos de Japón.
Al entrar siempre hay una fuente de agua transparente con cucharas de madera ( en todos los templos), con esas cucharas el asistente o visitante tiene que mojarse o tirarse agua en las manos, para purificarlas. El agua debe caer fuera de la fuente. Yo además metí en la fuente la gorra que finalmente le conseguí al Colorado Aguirre que dice Japon, y que se la estrene yo, también hoy. El templo (los templos) no es una edificación, sino un predio en el cual hay pabellones ( que nosotros mal llámanos templos) que pueden ser grandes o más chicos. Estatuas de budas, inciensarios ( donde se colocan sahumerios que perfuman el aire) que están siempre al aire libre, lugares para las ofrendas, para los agradecimientos y para las promesas, casas de te para los monjes, templetes ( chiquitos ) senderos y jardines.
El Kiyomizu está en la ladera de la montaña recostado en la misma. En el templo principal nos descalzamos y nos arrodillamos en un altar y pedimos un deseo y tiramos una moneda en un receptáculo antiquísimo lleno de ranuras, luego nos arrodillamos ante un gong que es en realidad un cuenco gigante y lo golpeamos con un palo de madera revestido de soga, el efecto del gong es el mismo que el final del "om" de las clases de respiración y las meditaciones, en la o vibra el cuerpo y en la m la cabeza. El lugar y el efecto del gong logra una estabilización emocional. Se ve desde este pabellón la ciudad de Kioto a lo lejos.
Salidos del "templo " agarramos una calle que comunica con otro templo más a unas diez o quince cuadras por una calle muy antigua y muy comercial, donde hubimos un break ( te y limonada ) estamos ablandandonos, ya se, y para colmo en un puesto una chica vendía pepinos que hacían las veces de helados y se comían clavados en un pincho, ahí nuevamente me fui a la banquina.
La calle es tan vieja y con negocios con tanto estilo japonés antiguo y van muchos con kimono por ser un lugar de culto que parecía que en cualquier momento iban a aparecer dos o tres samurais con las katanas repartiendo catanazos a diestra y siniestra.
Tema aparte acá se maneja, se camina, y se suben las escaleras al revés, no hacía atrás, sino del otro lado, y al cruzar la calle se corre peligro de muerte!! En las escaleras aún en las mecánica hay fila rápida y fila lenta.
En esa calle que comunica los dos templos en una esquina fabia incluso un museo de samurais. A la final (como diría la Marta al Jorge) llegamos al otro templo, de Chion In, con una nave principal en naranja y otra en negro y marrón con ventanas bancas y el templete para el agua y el de las ofrendas y cambiaba además de ser más chico que el anterior ( que es el más grande ) que los deseos de pedían tirando de una diga muy gruesa ( 10 cms de diámetro ) atada a una campana de laton o lata y había varias de estas sobre el alero principal, faroles, guirnaldas y todo muy colorido. Sacamos muchas fotos de nosotros de a uno o de a dos y siempre algo con techo combado atrás o al costado y muchas fotos de los templos.
El templo de Kiyomizu es el más grande, está construido sobre la ladera de una montaña y mide su pabellón principal 40 x 59 aprox y para estar horizontal hay un trabajo de cabreadas bajo el puso del templo en forma de mecano que no se puede creer y unas columnas y unas vigas todo en madera que uno imagina hace centurias a los monjes y los campesinos construyéndolo y tampoco lo puede creer, como también le cuesta creer que siglos tengan las columnas de madera pelada que lo sostiene y que hace falta dos personas para rodearlo, el techo es de madera y de paja ( by quincho uruguayo pero sin el cemento en la punta) de verdad impresionan, fuera de broma.
Avanzaba la tarde y estábamos a 450 kms de Tokio, salimos al bus nuevamente ( que es el bondi común y silvestre de los japoneses ) y en media hora estábamos entrando al s Temple que en realidad no se llama así sino que se llama Kinkakuji y ahí vimos el templo más lindo de todos, que si los otros nos gustaron, este nos detono la cabeza. El pabellón único de este templo da nombre al templo, lavada de manos, incienso deseos y papelitos y un sendero, todo normal pero en una curva del sendero se abre una edificación de tres plantas bañada en oro en la orilla opuesta de un lago que además estaba rodeado de un bosque y un jardín zen. Hacia rato no me pasaba se me puso la piel de gallina. Y todo el mundo loco sacando fotos. Tan lindo era eso que con mi hijo y Carlos y Cecilia lo primero que dijimos fue salimos de acá y pegamos la vuelta, imposible de superar.
Un templo en oro con un bosque atrás y un jardín zen, y un altar de piedra para pedir deseos y tratar de embocar la moneda en un agujero de la piedra, y yo emboque dos monedas, emboqué yo, emboque.
El Kinkakuji me hizo acordar al título de un libro del jujeño Héctor Tizón "la belleza de las cosas" eso expresa ese templo dorado al atardecer en ese parque con ese lago y ese bosque,
Japón fue un imperio, y Kioto su capital, y en varios sentidos lo sigue siendo.
Al final salimos y otra vez el democrático colectivo ponja hasta la estación Kioto.
La estación Kioto también te vuela ja cabeza, con un diseño inmenso. Un hall de una altura de ocho pisos o más, vidriado y como un cubiculo, bruto techo y bruto diseño, luego de los ocho pisos los techos se van abriendo en abanicos de vidrio y acero y dan lugar a un escape que es una escalinata de unos cuatro o cinco pisos más que además se prendé y apaga y cuando con Carlitos decidimos bajar, leímos welcome arriba de todo y luego de varios idiomas, bienvenido.
Otra vez paramos la bocha sanguhes y coca y te y cervezas y luego otros 126 dólares por cabeza para volver a TOKIO con el Shinkansen. Preguntamos a la empleada que nos vendió los tickets la frecuencia del tren que nos tomábamos y nos dijo cada diez minutos, la Iinea debe tener no menos de 1000 kilómetros y son trenes de alta velocidad y la frecuencia es cada diez minutos y cada tren mide 450 metros ( igual que el roca o el Sarmiento )
La empleada que nos atendió saludaba cara a cara sin vidrio de pie medio a cada pasajero que atendía al recibirlo y al despedirlo, eran nueve empleados y había cola y se tomaban el tiempo para explicar las dudas,
Kioto es milenaria y moderna, humilde amable y grandiosa, una cuidad que hay que conocer antes de morir.
Mientras el Shinkansen volvía a Tokio y mis tres compañeros de viaje dormían yo trataba de retener las imágenes.
El tren tardo 2 horas y diez minutos con paradas incluidas en hacer los 450 kilómetros. A las diez de la noche llegamos al hotel y al rato fuimos con Carlitos a caminar hasta la torre de Tokio y a tomar un helado.( hace 30 grados )
Como se mide la civilización ? Por el orden, por el don de gentes, por la educación. Y la educación es como un buen perfume, se siente y deja huella. Japón está perfumado con thank yuo, con arigatos, y con gestos de cordialidad a cada momento.
Mañana juega Lanus mi patria, entramos en no se que día y ya nos duele la panza a todos, a las 14:30 de acá ( Japón) salimos para las cancha una hora y media de viaje para 40 kms en micro a Kashiwa que según mi socio es " una cuidad de venta de autos usados " (rara definición, veremos )
A jugarnos la vida como siempre, con el corazón en la mano, sabiendo que hemos jugado también contra Piraña y rompiendo la regla del que puede lo más puede lo menos, si la grandeza está en las simples cosas quien puede lo menos puede lo más.
Once en la cancha unos cuantos en la tribuna como siempre afuera en franca minoría pero con el alienta del alma de un pueblo entero que igual que estos ponjas se revienta el lomo laburando y con eso debiera bastar.
Ver salir al equipo de mi vida a la cancha en el punto de la tierra más lejano de mi pago en donde están esparcidas las cenizas de mi papa y mi mama y donde mi hija y una dama me dicen que me extrañan, muy lindo Japón, pero en esta te lo regalo en un paquetito y vamos grana todavía
Mañana cumpliré un sueño que no soñaba podía ni siquiera soñar cuando jugábamos, como dice la bandera, contra Piraña
Se acabo la joda, once contra once en Japón o en Chingolo, con el corazón en la mano, ok, pero a cara de perro, como decía uno que está en el cielo.
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