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domingo, 9 de marzo de 2014

LAS ALMAS

En la Casa del Cielo en la que se fabrican los Bebés, una señora viejita con un pañuelo en la cabeza, sonríe cuando su hijo la llama por su nombre, como hace más de dos mil años. Y cada vez que Maria sonríe esa sonrisa, en la tierra se corren una y otra vez las nubes. 
Esa señora y sus ayudantas, arman los moldes del alma para los bebés 
Algunos con cara de angelitos y otros con pinta de traviesos, de diversos colores y con diversos destinos, 
María y sus ayudantas se cercioran que el almita que vaya a tocar a cada bebe tengan un propósito, que es dar y recibir amor. 
Y si alguna ayudanta ve que alguna de esas creaciones del señor de barba al que Maria le dice Jesús no tiene esa luz que sale de la sonrisa de María, la va a ver a María y, María la repara con un procedimiento del cual sólo ella es la responsable y ejecutora. 
Siempre y cada vez que un almita está lista para ir para la tierra el último detalle que se realiza en esa sección de la Casa del Cielo donde se fabrican los Bebés, es colocar a cada almita en par con otra. Cada almita, y todas las almitas van a la tierra en los bebés, y viven la vida que tienen que vivir hasta que el envase de esas almitas, que ya son almas y personas que ríen y lloran se va gastando y finalmente van a otro lugar en donde aquellas almitas que fábrica Maria, habiendo estado un tiempo en la tierra, vuelven a estar en un plano otra vez más celeste y sin tierra ni polvo 
Esas almitas tienen, cada una un par, y salen de la fábrica en el mismo tiempo, como esas galletitas que son horneadas en la misma bandeja. 
Y cada almita busca su par en la tierra,    
Y es un camino de almas buscando su par, en cierto modo, lo que los bébes que luego son chicos que luego son jóvenes que luego son hombres y mujeres adultos que luego son ancianos y que luego son todo y nada, hacen mientras están en ese envase del alma al que se le dice cuerpo. 
A veces la encuentran rápido, otras veces tardan un tiempo largo en encontrarla, otras veces esas almitas no se dan cuenta que la tienen cerca o quizá si y dejan pasar a su par.
Pero esta previsto en la receta de la creación que cada alma tiene su par. Y cada alma combina con otra que sin saber se busca, porque estuvo con ella en la creación, porque fue bendecida esa creación de a par por María y su hijo Jesús, y porque están destinadas a amar y ser amadas.
Entonces no importa cuando, en algún momento llega esa juntura que nos dice esa alma que ella tiene esta hecha para la mía. 
Es así nomás, es de a par, y llega, y encontrar nuestra alma pareja, a la que le llamamos mi amor, nos hace recobrar la fuerza necesaria para abrir el cielo y ver el sol sin importar si llueve o nieva o estamos dentro de una casa. 
Las almas, que se buscan sin saberlo desde la fábrica que dirije María, se reconocen cuando se llaman mi amor. Y te das cuenta que es la que te toca porque ese mi amor sale solito de las bocas y no se puede parar de decirlo.
Y mi amor te ha buscado siempre y tu amor es el par de mi alma. Cuando se dicen así entonces  Las almas quedan juntas 
Y ahí sentís que todo lo demás no importa cuando se juntan las almas, ahí sonríen María y sus ayudantas y ese gerente algo barbudo y con cara de bueno que se llama Jesus
Y ahí se abre de nuevo el cielo y amanece otra vez una luna rodeada de estrellas.
Y todo está bien.

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