Cada vez que muere un padre,
cada vez que un padre o una madre se va al cielo
vuelve al doler el corazon,
es un tiro que la muerte nos pega en el pecho,
y nos tira al barro de nuevo,
bien al fondo del tacho.
Cada vez que otro siente ese dolor en los huesos,
cada vez que otro siente que se le abre el piso
y que se va por un tubo hacia lo oscuro,
nos volvemos a morir un poco todos.
Cada vez que a otro le pasa,
a uno le vuelve a doler.
Los vientos frios vuelven a soplar en los corazones,
con nubes oscuras en el cielo.
Y es una mierda, porque no hay vuelta,
ni tampoco hay mango que valga
para bancar un rato con el que partio,
y ya no lo va a haber,
ya nunca mas.
Como tampoco hubo aviso de que iba a faltar,
como nos perdimos esa charla que no sabiamos
podia haber sido la ultima,
y que quiza ni fue.
No hay magia que lo pueda traer
aunque sea para un abrazo,
y lo que no hay tampoco, son palabras,
solo un dolor por el que hay que pasar.
Del barro ese en que te deja el tiro de la muerte
aunque no lo veas quizas hoy, te vas a levantar.
nacera un brote, pronto, o no tanto,
y elevandose del barro, florecera,
y se abrira en nuevas primaveras,
como el sol, que sale siempre.
Y tendra la forma de las sonrisas de los que quedan,
volvera a ser un jardin tu alma,
seran las flores las sonrisas
de los que elijan acercarse
a iluminar tus ojos y a arrancar alegrias
de un rostro bañado por el dolor.
Y cada tanto volvera desde el fondo del alma,
el que se fue,
para decir yo soy vos,
sos mi sangre y sos mi historia y mi alma,
en vos vivo, aunque no este aqui,
aunque no te pueda abrazar,
ni pueda darte un beso en la frente.
Y sera un nuevo dolor,
que volvera siempre a doler,
pero en forma distinta,
cada vez mas suave,
hasta que lo recuerdes sonriendo,
sin saber porque,
con unas dulces lagrimas.
Bienaventurado el dueño de los huesos
y de la carne que logre en vos,
volver a sacar esa sonrisa hermosa,
ese chispear en la mirada,
esa ilusion de vale la pena intentar todo de nuevo.
Que se cague la muerte,
la vida y el amor siempre le ganan,
la tienen de hija
aunque sea un tiempo,
la arrodillan a esa maldita
y la hacen tragar su barro oscuro.
Mientras tanto,
con aquel recuerdo
y junto a los que nos hacen de nuevo sonreir,
volvemos a mirar al cielo
y volvemos a desafiar al viento,
y a tener chispas en la mirada.
Bienaventurados nosotros,
porque somos tambien ellos,
y podemos seguir librando las batallas.
Bienaventurado yo,
si logro una nueva chispa en tus ojos
y quedarme sordo con tu risa.
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