BIENVENIDOS

BIENVENIDOS.

DISFRUTEN DE ESTA HUMILDE PAGINA LOS QUE PUEDAN HACERLO, LOS QUE NO, GRACIAS POR HABERSE TOMADO LA MOLESTIA DE HABER ENTRADO
TODOS, LOS QUE PUEDAN Y LOS QUE NO, SEAN FELICES, SEAN LOCOS, DESINHIBIDOS, NO SE REPRIMAN, SEAN AMABLES CON LAS DAMAS
VAYAN SIEMPRE DE CARA AL VIENTO
VIVAN CON EL CORAZON EN LA MANO.
DECIA DON JOSE DE SAN MARTIN: "SEAMOS LIBRES, QUE LO DEMAS NO IMPORTA NADA."

martes, 6 de febrero de 2018

DE NOCHE EN LA CUMBRE - RELATÓ

La Cumbre es un pueblo viejo Del Valle de Punilla, con jardines y árboles y casonas inglesas de hace casi un siglo
El centro es la estación del tren,  que hace rato no pasa ya por acá
En la ladera de las sierrras chicas se despliega el pueblo, en el faldeo, y va hacia arriba con calles arboladas y sombra y flores en verano
Cruce de caminos entre la ruta que viene del lado de Córdoba hacia Cruz del Eje y un desvío de ripio hacia Ascochinga,  del otro lado de las sierras
Yo estoy en unas cabañas en la cima de una loma ya en el borde o fuera del pueblo y de frente a las sierras, se ve Huerta Grande y La Falda y hasta las luces de, quizá Cosquin, desde el balconcito de madera
El sol baña la pieza a las siete de la mañana, y la luna a la noche
Las estrellas se ven fuertes y cercanas y el cielo lechoso
Hay viento y los árboles y arbustos vecinos parecen que hicieran música
Y se escucha un aullido, un quejido a la luna quizá, o un aviso perruno de algún zorrito, o de algún  coche que viene del lado de la sierra del camino de Ascochinga, y cono en la película de Disney el aullido se repite en otro ladrido de un perro más chico, y en otro de uno más viejo y de buen porte, y en otro ahora de un perro cualunque, y se va repartiendo por la sierra y el pueblo un rosario de ladridos que se apodera de la noche y que tapan al murmullo del viento
Diez o quince  minutos adivinando de que lado viene cada ladrido e imaginando a un perrito chico y a luego a uno  grande y luego a uno mediano comunicando vaya uno a saber que cosa
De  un costado, del otro, desde aquella lucecieta en el monte, desde acá a la vuelta en un chalet con dos ovejeras alemánes, desde todos los costados
Y después de quince minutos la música de los ladridos y aullidos se va apagando y como un jefe de orquesta el último que se escucha es el primero de todos, aunque ni bien luego de este, un rebelde metió un ladrido chiquito, el último acorde
Y vuelve el pino y el arbusto a enseñorearse del murmullo del viento, uno toma conciencia que está fresquiro,  y el viento fresco  hace venir el sueño y mirar por última fea el cielo lechoso de estrellas.
Y uno entró en la pieza, y dejo la cortina abierta.
El sueño no tarda en venir, es apoyar la cabeza en la almohada nada más, y ya

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