COMO DIEZ KILOS MENOS.
Las diez y media de la mañana en la estacion de omnibus de Trelew. Faltan diecinueve horas para llegar a Buenos Aires, y el viento patagonico que no perdona. Rafagas de ochenta kilometros por hora anuncia la voz en off de la estacion. Nueve grados de temperatura. No se ve gente por la calle salvo alguna que otra figura encorvada que le hace frente al viento como puede, como cabeceandolo. Estan guarecidos en una sala de espera, viendo como todo lo que no esta fuertemente adherido al suelo amenaza remontar vuelo hacia el lado del mar.
Habia desayunado en el hotel un jugo de naranja dulzon, unas cuantas tostadas con manteca y una taza gigante de cafe bien negro. Eso sumado a la comida de la noche anterior en el restaurante del hotel hace que aunque la temperatura sea baja al menos no se sienta. Ayer a la tarde habian terminado las reuniones de los talleres de las jornadas profesionales junto a Celentano y ya se vuelven a Buenos Aires. Buen restaurante el del hotel, a pesar de tratarse de un edificio antiguo, se notaba ya de entrada que era bueno y que cuando se habia inaugurado, hacia tiempo atras, debia haber sido el mejor hotel de la ciudad porque todavia hoy era un lugar elegante y agradable. En la cena habian comido una entrada de fiambres y despues atacaron parejo a los contundentes ravioles caseros con bolognesa, regado todo con un Tinto Canale de la zona del Valle del Rio Negro, se bajaron dos botellas. El final fue con flan casero con un cucharon de dulce de leche inmenso y cafe. Tuvieron que salir a caminar para mover un poco lo que habian comido. La noche habia estado clara y sin viento.
Pero ahora hay polvo para tirar para arriba, el viento que le parte la cara y que dobla la humanidad de cualquier ser viviente que se atrevese a asomarse por la calle.
El tema empieza cuando sale a la darsena de los micros que esta todavia vacia, sin la campera, con la chomba solamente, asi de guapo medio desafiando al viento para sentirlo en la cara mientras Celentano le dice vos estas loco y que el se queda cuidando los bolsos y tomandose otro cafe adentro. Puede verificar en persona la experiencia de oponerle resistencia al viento de frente. Es dejarse caer y no caer, pero ahi sin querer advierte que ha cometido un grave error, porque el fresco le pega en el estomago, en las tripas, y siente un ruidito de origen intestinal, algo que se desplaza por el alambique de sus intestinos, una señal apenas. Vuelve a la sala de espera de la estacion. Celentano esta leyendo un diario local.
-Aguantame aca que voy al baño y vengo- le dice.
-Anda a donde quieras.
-Perdon maestro - le pregunta al mozo del bar que mira aburrido la docena de medialunas sin vender - ¿No me podria indicar donde queda el baño de hombres?
-Al fondo, a la derecha.
A una pregunta manyada, una respuesta manyada. Donde pueden quedar los baños en argentina si no es al fondo y a la derecha. Enfila para el biorsi. Antes de llegar a la puerta, ya hay un olor nauseabundo, que anticipa lo que ve cuando entra, una imagen desoladora comparable a lo que puede llegar a ser una parte del infierno. Los inodoros a a la turca con la planta de las zapatillas en lugar de las posaderas todos manchados y tapados y con algun que otro barquito marron ya casi en la superficie. Un asco.La protesta intestinal debera esperar un mejor ambito para expresarse. Su blanco y peludo culito no soportaria tomar aire en aquel ambiente. Sale del baño rumo a donde Celentano continua leyendo el diario, ajeno a su drama.
-¿Y?
-Yo ahi no puedo ni entrar. Menos que menos cagar.
-¿Tan mal esta la cosa?
-Yo no se como alguien puede cagar en tanta inmundicia.
-¿Que vas a hacer?
-Aguantar.
-¿Hasta Buenos Aires?.
-No, hasta donde pueda encontrar un lugar mas o menos decente a donde ir, yo que se por ahi para en San Antonio Oeste, o en Bahia Blanca.
Se sienta enfrente de Celentano, y la protesta intestinal retoma fuerza comenzando a transformarse en revolucion. Aprieta un poco las nalgas y la cosa parece que se calma. El micro espera ya en la darsena, con los choferes adentro aguardando a que se hagan las diez y media, hora prevista para la partida hacia Buenos Aires. A las diez y veinticinco de mala gana bajan los dos choferes y un muchacho con pinta de tripulante o mucamo de a bordo. Los primeros de la fila son Luis y Celentano. Entregan las valijas con prontitud y Celentano sube primero dejando a Luis contra una columna de la darsena, victima de un repentino ataque que apenas puede contener con toda la fuerza que puede ponerle al asunto. Finalmente se descruza las piernas y sube al micro. Se sienta al lado de Celentano, casi al final del pasillo.
-Casi me hago encima.
-Ya te vi, parecias una bailarina clasica de cien kilos, tipo peso pesado, estilo Tyson. Aguantate que en una hora llegamos a Puerto Madryn, ya le pregunte al cara de pescado aquel, al azafato.
-¿Una hora?
-Una hora, y bueno, jodete por tarado, si te tomaste todo el jugo de naranja que habia, y encima el cafe ese que habia, que parecia petroleo.
-Me hizo mal la caminata esta de recien sin la campera.
-Jodete.
-Gracias, veo que me queres.
-De nada.
Suben unos quince pasajeros en Trelew. El micro arranca y a los diez minutos ya estan sobre la ruta tres rumbo a Buenos Aires. Otra vez siente la tormenta interna, la revolucion, la furia de las entrañas comienza a estremecerle el cuerpo que se dobla hacia adelante y que luego de incorporado en el asiento le produce un espasmo que le hace aparecer dos gotas gruesas de sudor que bajan majestuosas por la frente.
-No doy mas.
-Espera, no vas a hacer aca.
-No aguanto mas, loco, me hago encima.
-Aguanta que capaz que en media hora llegamos- dice Celentano oteando hacia cualquier lado.
-Media hora, estas del tomate, si te digo que me estoy haciendo encima es porque me estoy haciendo encima. Dejame pensar, ya se. Tiene que haber un baño en el micro, claro, que boludo que soy que no me di cuenta antes.
-Alla en el fondo- señala Celentano- Anda y larga todo de una buena vez.
-Cubrime por si viene alguien, que ni se acerquen.
-Anda tranquilo.
-Dame el diario ese que estabas leyendo.
-¿Para que lo queres, para lavarte? Te vas a lijar el culo.
-No, papel seguro que hay, es que si no leo algo no me tranquilizo y no puedo cagar.
-Toma.
Sale para el fondo, corre una cortinita color bordo que oculta una maquina de cafe, un deposito de agua y de jugo de naranja, y una puerta hacia la ... derecha. Minusculo el baño, pero entra como un rayo, se sienta y no llega a abrir el diario cuando ya esta haciendo. Descarga tranquilo y sin pausa, despues se para, mira la obra. Se sube el pantalon y la cremallera, y tira el boton. Vuelve al asiento, se siente como pesando diez kilos menos.
-Me cague la vida, hermano.
-Dame el diaro. ¿No lo ensuciaste?
-No, esta enterito.
El azafato se dirije hacia la mitad del pasillo, Luis y Celentano lo siguen con la mirada. El azafato toma de detras de una caja un microfonito.
-Buenos Dias, damas y caballeros. El Rapido Argentino les da la bienvenida, les hago saber que esta unidad esta equipada con una maquina de jugo y de cafe, que los asientos son reclinables, y que en breve luego de hacer la parada de Puerto Madryn proyectaremos la primera de las cinco peliculas que vamos a ver en nuestro viaje hacia Buenos Aires. Contamos tambien con un baño quimico para el uso de los pasajeros, pero como la unidad tiene rota la camara septica los ... liquidos... van hacia la carpeta asfaltica, por lo cual solo se puede orinar, sabran entender el problema, por el cual les pedimos disculpas. Luis y Celentano se miran entre si. Celentano no puede aguantar la risa.
-Uy dios mio, que cagada- dice Luis mientras se tapa lentamente la cara con las dos manos y agacha la cabeza mientras el olor que habia dejado en el baño parece ganar el pasillo como una denuncia fatal e inapelable.
Pero eso no es nada, lo peor es cuando mira hacia el costado, y ven a la Coupe Mercedez Benz descapotable que comienza a sobrepasar al micro. La imagen del conductor puteando hacia todas las ventanillas del micro es para recordar. Lo mas extraño y por ello mas inolvidable es la imagen de los dos buñuelos marrones que se van desparramando sobre el capot blanco y el parabrisas del Mercedes. Dos estandartes organicos desafiando al viento.
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