Desde que arme el blog, hace casi cuatro años, unos cuantos días antes del loquero de las fiestas hago un balance, para mi, y lo publico, yo que se, a mi me gusta y con eso es suficiente, esa manía de volcar por escrito lo que siento se me hizo ahora una costumbre. Cada cosa tiene su tiempo dice un dicho. Llegara el año en que deje de hacerlo quizá, pero la vida si uno aprende a mirarla es tan linda y variable que siempre hay cosas para marcarse en un párate cerca de las fiestas.
El año termina ya casi y otro más en el cual pareciera que la vida va a doscientos kilómetros por hora, que parece que pasaron mucho mas que dOce meses, otro año que se vive intensamente.
Mis hijos van creciendo y el orgullo de verlos y las ganas de verlos y a veces no saber como comportarse ante ellos en sus etapas y en las mías, caminos paralelos que van y vuelven y se cruzan, es lo que siento a veces. Son la marca de uno en la tierra.
Son mi mejor versión, mejorada por supuesto, y una marea de amor y de ternura
Lo vi a mi hijo por primera vez sufrir por cuestiones de amor, y le hablé con mi corazón abierto y lo pude ver recuperar la sonrisa, fue en el viaje a TOKIO, en una noche en TOKIO caminando los dos a la una de la mañana por calles desiertas en charlas intimas y que duraban horas. Mi hijo Es un campeón. Trabaja en el estudio y anda un kilo en la facultad, y lo veo vivir y empezar a volar sus 20 años, y lo veo sonreír, que es lo mas importante.
La otra, mi Tortita de manteca, me sigue adivinando los pensamientos y las miradas y me reta y me consiente, es una relación que no imaginaba tan linda.
Son, al fin y al cabo, mi familia nuclear, mi familia, la que arme y la que no perdi y la que no perderé. La relación con los hijos fue un capital que pude hacer crecer nuevamente este año, en un plano cada vez más virtuoso, más íntimo . Ellos conocen mis mataduras y mis muertos en el placard y saben quien soy y esa es mi maquina interna más poderosa.
Eso me permite no bajar la mirada ante nadie. No lo hice este año y no quiero volver a hacerlo. Mis rencores se van aplacando, aunque siempre hay derecho al enojo, como expresión de lo que a uno no le gusta
Logre viajar con mi hijo a Dubai y a Japón a ver al grana de mi vida, en un viaje que fue iniciatico y muy intenso con amigos y básicamente con mi hijo, inolvidable las vivencias que pasamos, recuerdos imborrables.
El denominador común de este año es el que tengo de guía: La búsqueda del bienestar y de saber que es lo que se quiere y lo que no
Y me quería enamorar. Y aquella rubia hermosa y de dos ojos como Lagos de mi adolescencia se me abrió como un mar y me tire a la pileta con el corazón en la mano y le tire todos los perros que tenía en mi poder y a diez cuadras a la redonda, y me dio bolilla,
Y nada, me enamore a los 46 años como no lo había estado hacia muchos años y de la mejor manera, diciéndoselo siempre
Son etapas los años y esta fue la de volver a reconocerse capaz de dar un amor de hombre que Dios ojalá me permita seguir dando y recibiendo
Se vendió la casa paterna y los hermanos seguimos bien y eso también hace sentir que las cosas toman su propio curso aunque cada uno tenga sus propios intereses. Se cerró un capítulo fuerte de mi vida y estoy escribiendo otro, en otro barrio, y me voy amoldando de a poco.
Siempre me acuerdo con ternura de mis viejos y los extraño, pienso que estarían contentos de verme así Todas las semillas, aun las apartadas del surco, tienen la potencialidad de florecer, gracias a Dios
Y pienso cada vez mas y este año me volvió a demostrar, que de ir con los sentimientos a flor de piel se trata la vida y que no hay luchas sino entrega para el propio bienestar y que el bienestar propio es la mejor ayuda al bienestar de los propios y porque no, también, de los extraños.
Varían las caras, las amistades, las personas, pero queda perennes las ganas de tragarse todo el viento de frente y de amar como no se amo, porque si es amor, nunca es suficiente
Gracias 2014 por lo vivido, bienvenido el 2015 con lo que quiera venir, que lo vamos a recibir con el corazón en las manos
Y yo que aborrecía los arreglos navideños, tengo ahora un moño colorado grandote y un pesebre chiquito que me regalo la rubia, a la cual no le puedo decir que no.